jueves, 31 de enero de 2013

«Sólo quería salir de la cárcel para volver a robar y vender droga, pero Dios se encontró conmigo»

«Me llamo Pasquale y soy de la primera comunidad neocatecumenal de la cárcel de Poggioreale, Nápoles», comienza el testimonio extraído del libro «En la cárcel, pero libres» y que ha querido compartir a través de las redes sociales. Un testimonio de fuerte conversión a través de las catequesis del Camino Neocatecumenal. «Fui a escucharlas sólo por asuntos personales, quería meterme en el bolsillo al sacerdote porque ya llevaba ocho meses en la cárcel y pensaba que él podía hacerme salir de allí», reconoce. Sin embargo, sin que Pasquale contara con ello, Dios quiso encontrarse con él, y de qué forma. Su historia es de las que no dejan indiferente.


Eran unos ochenta presos los que acudían a escuchar las catequesis. «Hablaban de este Camino Neocatecumenal, hablaban de este español, de este Kiko, hablaban de la Virgen María, pero a mí personalmente no me importaba absolutamente nada porque sólo pensaba en salir de la cárcel», explica Pasquale. Pensaba en todo lo que haría fuera, pensaba que al salir tendría que vender droga, pensaba robar a la gente para sacarles dinero, «incluso estaba pensando en meterme en algún clan camorrista porque quería vengarme de todas las maldades que había recibido», asegura.

«Los curas y las monjas me resultaban antipáticos, incluso llegué a robarles»

Los catequistas aseguraban en la predicación que el Señor libra a la persona de sus esclavitudes, aunque Pasquale, sinceramente hablando, no se lo creía, y se decía: «No son más que chorradas, ¿qué quieren estos pelmas? Ellos ahora se van a casa, mientras que nosotros estamos encerrados aquí dentro y nos vienen a decir todas estas chorradas... ¡qué me importa!».

«Pero durante las catequesis estaba naciendo algo dentro de mí, cada catequesis que escuchaba me hacía estar clavado en la silla, ya no era capaz de oír la voz de mis amigos, el Señor quería hacer nacer algo dentro de mí, pero yo todavía no quería aceptar esa realidad», admite. Los amigos de Pasquale en la cárcel le insultaban y le preguntaban por qué continuaba escuchando esas «bobadas», pero el Señor seguía haciendo su obra. «Él sabía que yo tenía necesidad de Él, porque en la cárcel es difícil escuchar la Palabra de Dios, allí todos piensan que ir a la iglesia es una vergüenza». Es más, el primero que lo pensaba era el propio Pasquale. No había hecho la Primera Comunión ni se había confesado jamás: «Es más, los curas y las monjas me eran todos antipáticos e incluso llegué a robarles».

Una confesión que le cambió la vida

Durante la celebración penitencial que se realiza durante el tiempo de las catequesis, Pasqual tenía miedo. Miedo de ser juzgado, de la propia vergüenza al confesar todo lo que había hecho. Pero algo sucedió dentro de él, porque sin darse cuenta se encontró delante del sacerdote para confesarse por primera vez en su vida. Y por primera vez, también sintió el amor de Dios hacia él, un amor que pasaba por encima de todos sus pecados y los perdonaba: «Yo pensaba que mi vida ya no valía nada y que estaba acabada, porque a mí siempre me juzgaron los tribunales y siempre me condenaban a volver a la cárcel. Pero en aquella penitencial vi que, a pesar de todas las maldades y todo el mal que había hecho a la gente, incluso vendiendo droga a chavales inocentes... El Señor me perdonó, y comprendí que había un Dios que no me condenaba», asegura feliz.

El primer permiso

Poco a poco, Pasquale se dio cuenta de que, cuando saliera de la cárcel lo más importante sería su familia, no el dinero. «Yo pensaba que el dinero lo era todo para mí, pero el Señor me hizo entender que tenía que trabajar y que no debía robar ni vender droga». Lo más bonito, según cuenta el mismo, era cuando su mujer venía a visitarle y él le hablaba de las catequesis. Ella le notaba muy cambiado, pero pensaba que estaba loco: «Yo le decía que, cuando saliera de la cárcel, haría la Primera Comunión y después la llevaría a la Iglesia y me casaría con ella, pero ella no se lo creía». Pasquale ya no pasaba día y noche pensando en cómo salir de la cárcel, y cuando el juez le dio por primera vez ocho días de permiso, fue algo diferente. «Jesucristo me estaba haciendo salir de una esclavitud de la que nunca nadie pudo hacerme salir, de la esclavitud de la droga. Los ocho días de permiso los pasé en casa con mi mujer y mis dos hijos, fueron preciosos y muy distintos a las otras veces. Antes no me importaba nada estar en casa, salía corriendo a buscar a mis amigos para ver como podía conseguir dinero y dónde tenía que ir a robar».

El día en el que Pasquale salió de la cárcel

Cuando volvió a la cárcel, los catequistas fueron a ver a los presos y celebraron con ellos la Eucaristía. En la mitad de la celebración, entraron dos guardias para avisar a Pasquale de que era libre, podía salir ya de la cárcel. «El capellán y los catequistas me invitaban a irme porque era libre, pero yo insistía en que quería terminar la Eucaristía. Y los guardias me decían que estaba loco porque nunca habían visto a nadie que no quisiera salir de la cárcel», ríe Pasquale. Cuando por fin salió, ante él se presentaban el camino del bien y del mal, y Pasquale eligió. Empezó a caminar en la décima comunidad de San Giacomo, a pesar de que tenía muchas dificultades porque vivía lejos y muchas veces le faltaba dinero para la gasolina. Otra manera más de experimentar la providencia de Dios.

Pasquale se confirmó para poder casarse por la Iglesia. Uno de sus catequistas fue su padrino en ambas celebraciones. «El día de nuestra boda fue precioso, realmente sentía que Jesucristo venía a atarme con más fuerza a mi mujer, a la que yo había hecho sufrir tanto cuando me drogaba. Ahora me daba la posibilidad de tener una familia cristiana en el verdadero sentido de la palabra».

Los primeros trabajos

«Empecé a trabajar recogiendo la basura por la noche con una empresa privada, aunque al poco tiempo me quedé en el paro. Más tarde encontré un puesto de albañil que para mí era agobiante, porque tenía que levantarme por la mañana muy temprano y sufría mucho por el cansancio, porque yo nunca había trabajado así. Cuando vendía droga trabajaba menos y ganaba mucho más, pero el Señor me hizo entender poco a poco que solo Él era importante, y que tenía que trabajar para alimentar a mi familia, y poder anunciar Su amor también a mis compañeros», explica Pasquale.

«Quiero dar gracias al Camino Neocatecumenal porque si no lo hubiese conocido, estaría todavía vendiendo droga, estaría todavía haciendo daño a la gente. Pero el Señor ha sido bueno y es el único Padre que me ha querido con todos mis pecados», concluye.

Los hermanos acompañan

Tiempo después, Pasquale fue llamado a juicio por una vieja historia de droga. Esta vez no tenía miedo de volver a la cárcel, aunque lo sentía por su familia y por su comunidad. «El Señor me mostró su gran paternidad también en este hecho, no dejándome solo: al proceso vinieron también los hermanos de mi comunidad que, mientras esperaban, se pusieron a rezar conmigo a pesar de toda la gente que había. Gracias a sus oraciones y a la ayuda del Señor, el Juez me dijo que era libre y que no tenía que volver a la cárcel». Después de muchos años de Camino, el Pasquale que era conocido en el barrio por robar y vender droga, es hoy conocido porque ahora sólo le ven hablar de Jesucristo. «¡De hecho, algunos de mis amigos de infancia con los que robaba están viniendo ahora a escuchar las catequesis!».

«He experimentado la alegría de tener otros dos hijos más, de sentirme realmente padre y de hacer entender a mis hijos que siempre me equivoqué en la vida, pero que hoy está Jesucristo, que me ha aceptado con todos mis pecados, y que siempre está Dios Padre que provee para nosotros», finaliza contento Pasquale.

Un año después de la JMJ / El relevo

Cómo no alegrarnos al pensar que el Camino Neocatecumenal contribuyó junto a monseñor Cordes al nacimiento de estas Jornadas Mundiales! Todavía recuerdo los primeros encuentros, a los que asistían siempre tantos jóvenes del Camino. Me acuerdo sobre todo de la Jornada de la Juventud de Santiago de Compostela en el año 89 y de cómo los jóvenes llevaban tantas pancartas. Del Camino acudieron cerca de 50.000 y en total parecíamos casi medio millón. Fue algo enorme. Era algo novedoso ver a tantos jóvenes. Después, en la Plaza del Pilar de Zaragoza hicimos el encuentro vocacional, donde muchísimos jóvenes se levantaron para ir al seminario. Quisimos hacer presente que los primeros evangelizadores de España, a los que se los llama los «siete varones apostólicos», eran itinerantes. Estaban cansados y defraudados a la orilla del Ebro y después de fracasar querían volverse, pero la Virgen se les apareció para darles ánimo y decirles que tenían que continuar. Es decir, la Virgen María siempre sostiene la evangelización.


Una cosa sorprendente de la pasada Jornada de la Juventud en Madrid fue la cantidad de jóvenes. Uno se sorprende y se pregunta de dónde salieron tantos jóvenes, porque el Camino llevó cerca de 300.000, pero hubo más de un millón. Esto nos lleva a hacer una reflexión: los jóvenes no están fuera de la Iglesia, aunque al ir a las parroquias no se los vea. No es cierto.

Ha sido un gran signo de esperanza, de que no todo está perdido en Europa. Es verdad que el demonio está intentando destruir la familia cristiana, que está abierta a la vida y confía en el amor de Dios. San Jerónimo decía en la Vulgata al hablar del encuentro de Tobías y su mujer Sara: «Te tomo no por deseo de concupiscencia, sino con la esperanza de una posteridad que dé gloria a Dios», refiriéndose a los hijos. Se ve la esperanza grande que tiene la Iglesia en la familia. Estos jóvenes que hemos visto en la JMJ de Madrid son sin duda el fruto de tantas familias cristianas.

El Camino celebró en la Plaza de Cibeles al día siguiente de la vuelta del Papa a Roma un encuentro vocacional. Para nosotros fue algo maravilloso fruto de la palabra del Santo Padre y de su afabilidad, porque a los jóvenes que están en el Camino les llega muchísimo el Papa. Muchos jóvenes que se han levantado y que están hoy en los seminarios, cuando les hemos preguntado qué les ha movido a responder al Señor, contestan que ha sido la palabra del Santo Padre. Fue maravilloso ver a cerca de 300.000 jóvenes en la Plaza de Cibeles, todo lleno. Nosotros sentimos mucho la Nueva Evangelización en Asia, por eso dije que hay que preparar sacerdotes para China, Tailandia, etc. y fue sorprendente ver a tantos jóvenes, cerca de 5.000, que se movieron, se levantaron llenos de entusiasmo. También cerca de 3.000 chicas. Estamos conmovidos de la obra del Espíritu Santo en una nueva juventud que está Dios preparando para una nueva evangelización en el mundo.

A esta Nueva Evangelización se refirió proféticamente Juan Pablo II diciendo que es necesario retornar con fuerza y con ánimo al primerísimo modelo apostólico, sin desfallecer en llevar la maravilla del Evangelio a todos. Porque Cristo ha dado su vida para que todos los hombres tengan dentro una vida inmortal, vida eterna, y puedan amar en una nueva dimensión y no se angustien. Es maravilloso poder vivir con el Espíritu Santo dentro, con el Espíritu del Señor en nuestro corazón, y tener esperanza sabiendo que la muerte no es el final de nuestra vida. Es maravilloso ser cristiano. Por eso no podemos quedarnos callados; tenemos que salir a los caminos, tenemos que ir a las ciudades y decir a los hombres que hay una Buena Noticia para ellos y darles ánimo. Quien no quiera recibir este Espíritu, que Cristo le da gratis, continuará teniendo dentro miedo a la muerte y miedo al sufrimiento, pensando siempre en el dinero y teniendo dentro amargura. Pensad en la cantidad de gente que se suicida en todas partes. Esperamos que la Iglesia pueda levantarse y partir llena de entusiasmo y de esperanza a iniciar una Nueva Evangelización en el mundo.

Kiko Argüello

Iniciador del Camino Neocatecumenal

Mientras esperaba un autobús en Madrid habló de Dios a un joven drogadicto y le salvó del suicidio

Hay personas en el mundo que si alguien concreto no les habla de Dios nadie lo hará nunca. Y puede ser cuestión de vida o muerte. De ahí la importancia de ser testigos y evangelizadores. En otras palabras, dar gratis lo que han recibido gratis. Es lo que le ocurrió a Carmen, miembro del Camino Neocatecumenal de Ocaña, un día en la estación de autobuses de Méndez Álvaro de Madrid.
Carmen y José Mari, su marido, son un matrimonio que llevan muchos años ayudando en la pastoral penitenciaria de la cárcel de Ocaña II. Allí han podido ser testigos de cómo Cristo realmente actúa y transforma los corazones. Algo que había marcado a Carmen para actuar en la historia que viene a continuación.
El encuentro en la estación de autobuses

Esta mujer estaba esperando el autobús que le llevara una tarde de vuelta de Madrid. Sin embargo, le quedaba más una hora de espera. En ese momento, un joven toxicómano se le acercó y le pidió dinero para un supuesto viaje que tenía que hacer. Ella le dio algo y cuando se alejaba el sufrimiento que él llevaba dentro. Vio a Cristo sufriente en su interior.
Al ver a Cristo en este joven esclavo de la droga supo que al menos alguien tenía que hablarle de Dios. Fue así como se acercó a él y le preguntó: "¿qué te pasa?" y pidió al muchacho que le contara su historia.

La carta de un preso convertido
Cosas de la providencia, Carmen llevaba en su bolso la carta de un preso de la cárcel a la que ella acude como voluntaria. Era la historia de cómo este recluso había podido dejar las drogas gracias a Dios. "Le dije, te la voy a leer, me puse a ello, y al escucharla el muchacho empezó a llorar", recuerda. Este joven toxicómano le preguntaba: "Realmente, ¿usted cree que Dios existe? Yo lo dudo, porque no entiendo por qué me hace sufrir tanto", pues no sólo estaba aquejado por la adicción sino por muchos problemas físicos.
El joven, extrañado ante la actitud de esta mujer y el contenido de la carta, le volvió a preguntar: "¿Y Dios puede hacer esto que dice la carta?" Un testimonio que no sólo relataba su conversión y cómo había salido del pozo sino que además animaba a sus compañeros a aprovechar esta gracia.
"Le conté los milagros que he visto"
Ante estas preguntas del joven, Carmen no sólo utilizó la carta sino que le contó su propia experiencia de fe. "Estuve mucho tiempo hablando con él y no sólo le hablé de las maravillas que había hecho en mi vida sino que le conté las experiencias de los hermanos de mi comunidad", auténticos milagros. "Yo le decía que era Dios el que había sacado de la droga a otros hermanos y que somos hijos de Dios y que nos ayuda", afirma.
El dinero era para suicidarse
Después llegó el turno del joven. Confesó que le había mentido y que el dinero que le había pedido no era para hacer ningún viaje. Llorando le dijo que "ese rato de conversación no había sido en balde" y avasallado por su vida quería el dinero para conseguir droga suficiente para suicidarse puesto que previamente se había escapado de un centro de rehabilitación.
La diferencia entre el suicidio y la muerte cristiana
Sin embargo, Carmen continuó hablando con él y relatando experiencias similares a la del joven y en las que habían podido salir de la droga. "Le hablé también de la muerte y de la paz que se tiene cuando se muere de manera cristiana, cómo se afronta la muerte teniendo a Cristo y cómo cuando no se tiene".
Por ello, sobre su intención de suicidarse le dijo: "te quieres suicidar porque no puedes más y crees que la solución está en quitarte la vida" pero no, realmente, hay esperanza y con Cristo todo es posible. Él transformó la muerte en vida, por lo que le recomendó que acudiera a la Iglesia, que es su madre.

La decisión de no suicidarse
Admirado y muy emocionado, el joven drogadicto aseguraba que "nadie me ha hablado como usted lo está haciendo". Tras un largo rato de charla en la estación de autobuses, el joven afirmó que la carta y la experiencia de Carmen le habían quitado la idea de suicidarse. "Ahora veo que debo ir a la casa de mis padres, pedirles perdón y que me ayuden a dejar la droga", aseguraba. Y añadió que también "debo hacer lo que me ha dicho y pedir ayuda a la Iglesia". Les dio tiempo para despedirse y el joven se mostró agradecido a Carmen. De una manera cuanto menos curiosa, Dios había llegado a los oídos de este joven esclavo de la droga.
Años viendo milagros en las cárceles
José Mari y Carmen siguen yendo todas las semanas a la cárcel de Ocaña porque "la gente está muy necesitada de Dios". Allí han visto auténticos milagros y "tenemos un agradecimiento a Dios enorme por esta misión". De hecho, Carmen confiesa que "yo jamás había pensado en ir a una cárcel pues soy muy miedosa" pero en la capilla de la prisión"ellos se sienten libres, no salen igual que cuando entraron. Decía un interno el otro día que se llevaba la gasolina para la semana".
Esta experiencia en la pastoral penitenciaria les ayuda en su vida de fe como matrimonio. José Mari asegura que "para nosotros ir es estar con los pobres y los débiles. Es estar con Cristo, con la presencia viva de Cristo. Les vemos como sufren y como encuentran un consuelo grande. Esto es también un testimonio para nosotros".
Dar gratis lo que han recibido gratis
Igualmente, Carmen afirma que "hemos visto grandes testimonios, presos que habían tenido reyertas entre ellos y que se han perdonado porque a raíz de estar en la Iglesia sabían que tenían que perdonarse para estar con Cristo".
Aunque a veces también su papel es más contemplativo. "En ocasiones sólo con escuchar les ayudas porque hoy en día no se escucha. Vivimos en un mundo con prisas y así al menos pueden sentirse escuchados". Cumpliendo lo que dice el Evangelio este matrimonio asegura "sentir la presencia de Dios como nunca en la cárcel" y habiendo recibido a Dios han podido darlo a los demás en una estación de autobús para dar gratis lo que han recibido gratis.

miércoles, 23 de enero de 2013

Drogadicto y ladrón, dos veces pasó por desintoxicación pero recayó... la oración le salvó

Para poder contar su testimonio, "Juan", joven hondureño, tiene que dar un nombre falso, por motivos de seguridad.

Cuando tenía 7 años, su padre murió. Aunque su madre siempre trató al niño con cariño y cuidado, nada llenó el vacío causado por la ausencia de padre. Se convirtió en un niño rebelde e indisciplinado. La escuela llamaba con frecuencia a la madre para explicar los líos en los que se metía el niño.


Las drogas, buscando aceptación
En la adolescencia empezó a juntarse con malas compañías y a consumir drogas, como un “juego inocente” buscando la aceptación de otros muchachos.

La curiosidad lo llevó a probar marihuana, combinándola con alcohol. Luego probó el crack, mucho más peligroso y adictivo.

De la mentira al atraco
Como tantos adictos, recurrió a la mentira frecuente para conseguir dinero para comprar la droga. Decía que su madre estaba enferma o que él era un padre soltero, y no tenia cómo alimentar a su hijo.

Cuando este método dejó de funcionar, dio el paso al robo e incluso al atraco. Recuerda que su primer atraco fue en un negocio en Comayagüela, Honduras.

Una noche, estando en su cuarto, sumamente drogado, llegó a la conclusión de que tenía que cambiar.

Ingresó como interno en el Proyecto Victoria, un proceso de desintoxicación que duró 5 meses. Al acabarlo, se sentía curado. Quiso ponerse a prueba, fue a tomarse una cerveza después del trabajo... y volvió a caer en la adicción.

Robando en la caja registradora
Pasó de trabajo en trabajo. Buscaba atender en máquinas registradoras, servir junto al dinero, para hacer pequeños hurtos, con los que poder drogarse y emborracharse. Cuando le descubrían, le despedían.

Intentó dejarlo. Buscó ayuda en el Hospital Psiquiátrico Mario Mendoza. Fue un proceso muy duro. Los días y noches eran eternos, las pesadillas y alucinaciones eran diarias. “El cuerpo te tiembla, las manos te sudan y te das cuenta realmente en lo que te has convertido”, explica.

Apostar por Dios
Cuando le dieron de alta, esta vez apostó por Dios. Primero empezó a acudir a un grupo de oración de la Renovación Carismática Católica. “Durante algún tiempo asistí a las reuniones y me gustó, pero mi estadía allí sería corta porque después pasé a una comunidad neocatecumenal, donde Dios me ha mostrado su misericordia, en la aceptación y aprecio por parte de ellos”, señala.

Yo decía que Dios no existía, pero ahora me doy cuenta de que lo que estaba atravesando fue una prueba, porque debido a mi tipo de vida, estuve varias veces cara a cara con la muerte, y si Él me dejó vivo es por alguna razón”.

Los amigos con los que se trató en su época de drogas y crímenes, dice, "ya no están entre nosotros, porque el destino les pasó la factura”, concluye.

Dos años limpio con Dios
Hoy, después de dos años sin beber ni drogarse, estudia "Contaduría Pública" en una universidad hondureña. Vive muy agradecido con Dios porque ahora tiene una vida normal.

Dice que Dios le ha dado la fuerza y valentía para poder pedirles perdón a las personas que tanto lastimó cuando anduvo en las drogas.

En su testimonio en el Semanario Fides, quiere dirigir un mensaje a los jóvenes: “Yo les digo a los muchachos que no están en las drogas que si tienen algún problema o algo que les molesta o les cause daño, que hablen con sus familias, que son los únicos que estarán con ellos hasta el final".

Frutos del Camino Neocatecumenal

Un buen católico, fiel del Camino Neocatecumenal, me ha hecho llegar una información que, por objetiva, no puede menos que causar una impresión más que buena.
Se trata de unos datos, un numero de creyentes, en fin… de una realidad eclesial que, zaherida muchas veces e incomprendida otras tantas, va dejando, allí por donde pasa (y se queda) una huella que es difícil de borrar. Es, además, prueba, una vez más, de que el Espíritu Santo sopla donde quiere y es más que cierto que en muchos sitios ha soplado mucho y bien.
Es evidente que el ejemplo que aquí traemos hoy es un solo ejemplo pero, por eso mismo, es más que probable que muchas otras parroquias de España y de muchos lugares del mundo podrían decir un tanto de lo mismo. Por eso nos vale, creo yo, para mostrar y demostrar que el movimiento creado por Kiko Argüello y Carmen Hernández ha servido, sirve y servirá para algo.
Su última hoja informativa (número 133 de la misma), la correspondiente a Adviento de 2012 la titulan, precisamente, "40 años del Camino Neocatecumenal en nuestra Parroquia". Se trata de Santa Joaquina de Vedruna, sita en Barcelona.
Pues bien, no se puede decir que desde aquellos, a lo mejor, primeros años de la década de los setenta, la tal Parroquia haya gozado de una evolución personal a destacar poco sino a tener muy en cuenta de cara a su propio futuro que es, en tal lugar, el mismo de la Iglesia católica.
Empezó, como es lógico, el camino con la creación de la primera comunidad. Actualmente son 17 que agrupan a más de 700 personas adultas y 400 niños. Por tanto, cada comunidad está formado por unas 40 personas adultas. Aportan, además, estos datos:
"Sobre la situación civil referido en porcentajes el 55% están casados, el 35% son solteros, el 2% son viudos, el 1% separados/ divorciados y el 2,5% restante son consagrados (seminaristas, monjas, presbíteros). Es preciso considerar que de todos los matrimonios que hay actualmente el 76% ha recibido el sacramento del matrimonio una vez han iniciado el Camino, y del total de matrimonios habidos en este tiempo el 65% de las parejas los cónyuges se han conocido dentro de la misma parroquia. Respecto a las edades el 37,5% son jóvenes, con edades entre los 14 y 30 años, el 45,3% tienen edades comprendidas entre los 31 a los 60 años y el 17,2% son mayores de 61 años, por lo que la 'población' joven dobla a la de la tercera edad. Por otro lado durante los cuarenta años que el Camino lleva en la parroquia se ha producido el fallecimiento de 40 hermanos. Sobre la natalidad en las comunidades de la parroquia la media de hijos por matrimonio es de 4,2, de los cuales el 70% de los hijos ha nacido una vez los padres ha entrado en el Camino. Además casi el 80% de los hijos mayores de 14 años han continuado después el Camino incorporándose a una comunidad."
Es más que seguro que más de uno, contrario al Camino esté diciendo ya eso de "ya están estos con lo mismo de siempre… que si los hijos, que si la natalidad y que si esto o lo otro". Sin embargo, no sólo se trata de que en el Camino Neocatecumenal se tomen en serio determinados aspectos de la vida católica que en otros lugares, más mundanos, brilla por su ausencia sino que, además, se lo toman en serio de corazón y sin falsedades.
Pero, claro, hay más. Sabemos que el movimiento creado por Kiko y Carmen tiene un sentido evangelizador demostrado muchas veces y a lo largo de los años. Por tanto, no debe extrañar esto otro:
"Sobre la vocación misionera han sido numerosos miembros de las comunidades de la Parroquia que han sentido la llamada a ofrecerse a la Iglesia como instrumentos para la nueva evangelización allí donde la Iglesia, a través de los Obispos diocesanos, han solicitado. Los destinos donde están los mismas actualmente ayudando en las parroquias a llevar adelante la misión encomendada son, por orden de antigüedad: Un matrimonio en Guayaquil (Ecuador), un matrimonio en Oulu (Finlandia), un matrimonio en Panevezys (Lituania), dos matrimonios en Londres (Inglaterra), un matrimonio en Barnaúl (Rusia), un matrimonio en Montreal (Canadá), un matrimonio en Jyvaskila (Finlandia), un matrimonio en Saigón (Vietnam), un matrimonio en Manchester (Inglaterra) y otro matrimonio en Luanda (Angola), una mujer itinerante en Siberia (Rusia), y otra ayudando en el Seminario de Venezuela. Actualmente hay 4 familias más 'levantadas' y dispuestas para partir en misión. Además han estado también en misión un matrimonio que estuvo en Guayaquil (Ecuador) otro en Takamatsu (Japón) otro en Santiago de Chile (Chile), otro en las Islas Sheychelles un laico en Haití y Cuba, que retornaron a Barcelona, y un presbítero en Brasil que falleció estando en misión. Por último, respecto a la vocación".
En efecto, son datos, más datos. Pero supone la puesta en práctica, efectiva y real, de hasta dónde puede llegar un hijo de Dios si quiere cumplir la voluntad de su Padre. Y llega hasta los más recónditos lugares del mundo.
Muchos deberían preguntarse, lo digo por los opositores al Camino, que cuántas personas no habrán descubierto la maravilla que supone saberse hijo de Dios cuando no se sabía que se era. Y que a tales personas les han llevado la Palabra de Dios unas personas venidas de muy lejos (ahora Barcelona pero podemos pensar en otros muchos y muchos lugares); que cuántas personas habrán cambiado una vida de perdición y vacío por una llena de vida, la eterna, que han conocido gracias a unas personas venidas de muy lejos; que cuántos seres humanos se habrán, simplemente, salvado por haber aceptado, a través del cumplimiento su particular misión de tales personas venidas de muy lejos.
Y así podríamos estar mucho rato porque no se puede negar, y quien lo haga no está de acuerdo con la realidad de las cosas, que la labor misionera de los miembros del Camino Neocatecumenal (en concreto de esta Parroquia de Barcelona pero pensemos en quien queramos pensar) da y dará muchos frutos. Como éstos:
"10 seminaristas y 1 presbítero ordenado; 4 vocaciones a la vida consagrada; 220 jóvenes asistieron a la última JMJ de Madrid; evangelizando en una decena de parroquias de Cataluña"
En fin… a lo mejor habrá, seguro que habrá, personas dentro de la misma Iglesia católica (las de fuera, a mí me importan bien poco a este respecto) que critiquen, incluso así, la labor del Camino Neocatecumenal. Pero, francamente, hay que estar ciego y sordo para no ver lo que hay y para no escuchar el clamor del Espíritu Santo.

viernes, 4 de enero de 2013

Entrevista a Kiko Argüello


El anuncio del «kerigma» en la misa de las familias en Madrid en la plaza de Colón

«Son momentos difíciles, pero la Iglesia nos acoge»

Jorge e Isabel, de 28 y 29 años, se enteraron de que iban a tener un segundo hijo pocos días después de la Misa de las familias del año pasado. Con dos hijos y dos trabajos la vida les sonreía. Ahora ambos están en paro: «Trabajábamos los dos dando clase, el colegio cerró y nos quedamos ambos en el paro», relata Isabel.

Guillermo acaba de nacer hace dos meses y no es consciente de la complicada situación familiar. A pesar de ello el matrimonio confía en el Señor: «Son momentos difíciles para la familia y a veces cuesta mantenerse entero. Yo incluso me he derrumbado en alguna confesión», relata Jorge. Pero seguidamente puntualiza: «Somos conscientes de que Dios proveerá». Isa, como le gusta que le llamen, asegura que «nuestros amigos alucinan con la entereza y la fe con la que afrontamos nuestra situación.

No lo entienden. No se explican cómo no estamos desesperados y nos venimos abajo para siempre. No se entienden como no arrojamos la toalla. Muchas veces tenemos ganas de hacerlo, pero Jesucristo nos sostiene, la Iglesia nos ayuda, la Iglesia nos acoge y se preocupa por nosotros». Particularmente, «también nuestra comunidad neocatecumenal se interesa y reza por nosotros. Somos un grupo de 40 y les explicamos nuestra situación familiar. Y ellos nos dedican oraciones».

Jorge e Isa también acudirán este año a la Misa de las familias, en la Plaza de Colón de Madrid. «Iremos a rezar por nuestra familia y por todas las demás. Asimismo, este año, con las 40 horas de adoración, la organización nos brinda una maravillosa oportunidad para acudir al Señor con confianza, pedirle por nuestras necesidad y agradecerle todo lo que hace, a través de la Iglesia, por todos nosotros», aseguran.

«El año pasado, celebrando esta día de la familia, estábamos en un tiempo complicado para el matrimonio, estábamos en crisis, pasándolo mal. Entonces vimos como la Iglesia era una madre, que no deja a sus hijos.

Ahora, un año después tenemos otro hijo y nuestro matrimonio se ha renovado. Con la Iglesia, el matrimonio empieza desde cero. Muchas veces pecamos y la Iglesia nos permite empezar de cero, hacer borrón y cuenta nueva, volver a empezar», confiesa este matrimonio.